Mucho tiempo llevo sin pasar por aquí a sembrar unas letras que juntas, como hormiguitas, formen palabras y, a veces, párrafos con sentido. He vivido muchas cosas desde mi última entrada, buenas y malas, y casi sin darme cuenta, el reloj de arena del 2009 fue dado la vuelta y ya corre, a su ritmo, grano a grano, el tiempo del 2010. Mi cabeza está llena de preguntas sin respuesta, y nadie, salvo yo, podrá ir contestándolas, o tal vez algunas queden para siempre así. De nada me ayudaría acudir a una echadora de cartas o consultar la bola de cristal. Sólo serviría para esconder la cabeza bajo tierra y dejar que otros tomen las decisiones por mí, cuando soy yo quien debe hacerlas propias. Cuando queremos hacer un cambio importante nos refugiamos a veces en excusas, y es que no se puede estar aquí y allí al mismo tiempo, ni se pueden tener siempre todas las cartas sobre la mesa. Las más de las veces hay incógnitas, pero si esperas a desvelar cada una de ellas, tal vez el tren se irá y no llegará otro para llevarte a tu destino.
Veremos cómo evoluciona mi amasijo de interrogantes y qué me depara este año que comienza. Sólo sé que esta vez no tengo intención de quedarme esperando a que la vida pase ante mí, y pienso montar en ella, aunque sea sin silla, a pelo, ¡como una amazona!.