El pub bullía a esas horas de la noche. El sábado era el día estrella. Maya había ido con un par de amigas, ganosas de soltar tensiones bailando en la pista y de tomar un par de tragos echando unas risas con algún valiente que se atreviera a acercarse a ellas. Mientras Laura y Simone pedían la segunda copa e intercambiaban risas y miradas con unos tíos, Maya, aburrida, se escabulló hacia la pista al escuchar Lithium, de Nirvana, una de sus canciones favoritas. Esa había que bailarla, saltarla, brincarla y vivirla. Se contoneaba, sintiendo la música salir de dentro, y en el momento álgido en que Kurt eleva la voz en su Yeah, yeah, yeah, Maya saltó, sin preocuparse de dónde fuera a parar su cuerpo. Chocó de espaldas con otra tía que, como ella, brincaba poseída por los acordes. Todo podía haber quedado en un "perdona, fue sin querer", pero la mirada asesina con la que se topó Maya al volverse para disculparse, le hizo comprender que de nada valdría una disculpa, así que la omitió y siguió bailando. Los verdes ojos de Pía echaban fuego cuando vio que Maya la miraba y volvía a lo suyo sin más. Ambas siguieron bailando, pero mientras Maya había olvidado el incidente, para Pía fue solo el primer round, y a la menor oportunidad, arremetió frontalmente contra Maya, tirándola de bruces contra el suelo, y siguió bailando como si nada de espaldas a ella.
—¡Eh, tú, zorra! ¿De qué vas? —gritó Maya incorporándose.
Para Maya no valía disimulo alguno, y fue directa hacia Pía. La empujó y se quedó esperando el contraataque, bien plantada y lista para lo que pudiera ocurrir, enfrentándola mientras Pía se ponía en pie. Sabía que la sorpresa era el mejor ataque, así que, sin darle oportunidad a incorporarse del todo, según tuvo a Pía a su altura, le lanzó un puñetazo al estómago. Pía se dobló de dolor, pensando "si quieres juego sucio lo vas a tener".
En la pista ya se había apartado la gente, nadie quería recibir un golpe por error. Pía, aún doblada, visualizó por el rabillo del ojo dónde estaba la cabeza de Maya, y saltó para darle un cabezazo en la barbilla. El golpe hizo que Maya se mordiera la lengua y pronto empezó a sangrar por la boca. Pía, decidida a no darle tregua, echó el puño hacia atrás para tomar impulso y lanzó un directo a su mandíbula. Maya lo vio venir, y con gran rapidez de reflejos, elevó su codo derecho, logrando que el puño se estrellara contra él. El gesto de dolor en la cara de Pía fue evidente y aprovechando ese momento, Maya lanzó una patada lateral directa al costado y Pía cayó al suelo de nuevo. La multitud asistía impasible al espectáculo, nadie intentaba separarlas, y algunos las jaleaban. Desde el suelo, a cuatro patas, Pía agarró a Maya por los pies y la hizo caer, y saltó encima de ella, sujetando sus manos e intentando paralizar sus piernas. Maya se había hecho daño y parecía estar vencida, se debatía y retorcía para zafarse y esquivar los puñetazos de Pía. Laura y Simone asomaron en ese momento y comprobaron atónitas que era su amiga la que estaba en pleno meollo. Se abrieron paso a codazos hasta el improvisado ring y sacaron a Maya de allí, recibiendo alguna patada de Pía, que sentía que aún le faltaba leña que repartir.
Se retiraron las tres de la pista, camino a la barra para calmar a Maya y pedir un trago. Laura y Simone acusaban a Maya de camorrista e inconsciente. Ella, acodada en la barra y pasándose un hielo por los labios y la barbilla, aguantaba el chaparrón y echaba miradas a la pista, buscando la melena pelirroja de Pía. La divisó al cabo de un rato, yendo hacia los lavabos.
—Ahora vuelvo, chicas.
Se escurrió entre la gente y entró a los lavabos. No se veía a Pía. Debía estar dentro de uno de los baños. Mientras esperaba a que saliera, se lavó las manos y se refrescó la cara, limpiando la sangre seca del labio. Le dolía la barbilla. Se miró al espejo y vio que ya se formaba un círculo morado alrededor de su ojo derecho, pero estaba satisfecha de haber salido casi ilesa.
—Me jodiste la mano, ¿sabes? ¿Vienes a por más? —preguntó Pía con chulería al salir y verla allí parada.
—Depende... —dijo acercándose a ella, felina y sensual. Se llevo la mano de Pía a sus labios y la besó suavemente—. ¿Te cuento un secreto? Te pones increíblemente sexy cuando peleas.
Nota: Post escrito para la Escena 15 "Móntame una escena: enfrentada" propuesta por Literautas.
—¡Eh, tú, zorra! ¿De qué vas? —gritó Maya incorporándose.
Para Maya no valía disimulo alguno, y fue directa hacia Pía. La empujó y se quedó esperando el contraataque, bien plantada y lista para lo que pudiera ocurrir, enfrentándola mientras Pía se ponía en pie. Sabía que la sorpresa era el mejor ataque, así que, sin darle oportunidad a incorporarse del todo, según tuvo a Pía a su altura, le lanzó un puñetazo al estómago. Pía se dobló de dolor, pensando "si quieres juego sucio lo vas a tener".
Imagen de freepik |
En la pista ya se había apartado la gente, nadie quería recibir un golpe por error. Pía, aún doblada, visualizó por el rabillo del ojo dónde estaba la cabeza de Maya, y saltó para darle un cabezazo en la barbilla. El golpe hizo que Maya se mordiera la lengua y pronto empezó a sangrar por la boca. Pía, decidida a no darle tregua, echó el puño hacia atrás para tomar impulso y lanzó un directo a su mandíbula. Maya lo vio venir, y con gran rapidez de reflejos, elevó su codo derecho, logrando que el puño se estrellara contra él. El gesto de dolor en la cara de Pía fue evidente y aprovechando ese momento, Maya lanzó una patada lateral directa al costado y Pía cayó al suelo de nuevo. La multitud asistía impasible al espectáculo, nadie intentaba separarlas, y algunos las jaleaban. Desde el suelo, a cuatro patas, Pía agarró a Maya por los pies y la hizo caer, y saltó encima de ella, sujetando sus manos e intentando paralizar sus piernas. Maya se había hecho daño y parecía estar vencida, se debatía y retorcía para zafarse y esquivar los puñetazos de Pía. Laura y Simone asomaron en ese momento y comprobaron atónitas que era su amiga la que estaba en pleno meollo. Se abrieron paso a codazos hasta el improvisado ring y sacaron a Maya de allí, recibiendo alguna patada de Pía, que sentía que aún le faltaba leña que repartir.
Se retiraron las tres de la pista, camino a la barra para calmar a Maya y pedir un trago. Laura y Simone acusaban a Maya de camorrista e inconsciente. Ella, acodada en la barra y pasándose un hielo por los labios y la barbilla, aguantaba el chaparrón y echaba miradas a la pista, buscando la melena pelirroja de Pía. La divisó al cabo de un rato, yendo hacia los lavabos.
—Ahora vuelvo, chicas.
Se escurrió entre la gente y entró a los lavabos. No se veía a Pía. Debía estar dentro de uno de los baños. Mientras esperaba a que saliera, se lavó las manos y se refrescó la cara, limpiando la sangre seca del labio. Le dolía la barbilla. Se miró al espejo y vio que ya se formaba un círculo morado alrededor de su ojo derecho, pero estaba satisfecha de haber salido casi ilesa.
—Me jodiste la mano, ¿sabes? ¿Vienes a por más? —preguntó Pía con chulería al salir y verla allí parada.
—Depende... —dijo acercándose a ella, felina y sensual. Se llevo la mano de Pía a sus labios y la besó suavemente—. ¿Te cuento un secreto? Te pones increíblemente sexy cuando peleas.
Nota: Post escrito para la Escena 15 "Móntame una escena: enfrentada" propuesta por Literautas.