sábado, 20 de septiembre de 2008

Insane In The Main Brain

Que es que me pasa cada cosaaaaa... Ays, estoy atolondrada a veces. Se lo acabo de contar a un amigo por e-mail, y me he dicho, voy a compartirlo con más gente, que hace días que tengo el blog desatendido.

La historia es que andaba canina de lectura, ya casi con el colmillo fuera. Tenía un par de libros aún por leer, pero me agobiaba ver que se me estaba acabando la munición. Y yo seguía leyendo, como hago cada noche, pero no veía el momento de escapar a la librería a por más. Pero el viernes pasado llegó el día, y me escapé a poner fin a tanta desazón.

En una libreta pequeña que llevo en el bolso, tengo anotados títulos de libros a comprar, porque luego llego a la librería y no atino a elegir. Anoto algunos que me recomiendan o de los que lees buenas críticas. Tenía anotado el de
Brooklyn Follies, de Paul Auster, que me gusta mucho. Sin consultar mi chuleta (que seguía en el bolso), lo vi en inglés cuando curioseaba en la sección de libros-en-otros-idiomas. Lo cogí casi mecánicamente, sin darme cuenta, junto con otro título en inglés (que es que me tomo en serio eso de la práctica del idioma sajón). Me fui a la caja con ambos libros, toda contenta, y saqué mi libreta. Comienzo a recorrer los títulos anotados con mi apretada caligrafía y le empiezo a preguntar a la chica por algunos para añadir a la cesta, y al segundo NO de su parte, topan mis ojos con el de Brooklyn. Le pregunto por él. Me dice que SÍ, que ese sí lo tiene. Y... (¡que me aspen si sé porque mi cerebro desconecta de sus funciones en algunos momentos!)... le pregunto si lo tiene en inglés… ¿…? Dice que cree que sí, y vamos juntas a la zona de donde acababa de cogerlo yo. Vemos con sorpresa que no quedan, a pesar de que a ella le aparecía en el ordenador un ejemplar. Pero yo no me arredro, y ni corta ni perezosa le digo: "¿y en español?, ¿lo tienes en español?". Me dice que sí. Nos movemos de sección, lo buscamos, lo encontramos, lo cojo, y pago los tres libros en caja tan contenta.

 
Misión cumplida, pensaba yo. Qué liberación. Fue sólo al llegar a casa e ir a ponerles el nombre y fecha (cosa que no sé por qué siempre hago), cuando caí en la cuenta de mi absurda compra... ¡el mismo libro en dos idiomas! Pensaba quedarme los dos si no me dejaban cambiarlo, pero han sido muy amables y no me han puesto pegas en permitirme dejar uno y llevarme a cambio otros dos. Al final me quedé con la versión inglesa de Auster. Eso sí… los de la librería se deben estar carcajeando aún a mi costa.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Geocaching

¿Que no sabes qué hacer el sábado por la mañana? ¿Que casualmente tienes un gps portátil, espíritu aventurero, eres aún como un niño a ratos o te gusta lo de la búsqueda de tesoros? Si no has oído hablar de Geocaching, echa un vistazo:
http://www.geocaching.com/

Localiza tu objetivo. Mejor cerca de casa para empezar, que haber, hay por todo el planeta, pero si te vas a buscarlo a la Patagonia lo mismo te sale carillo. Prepara algo para guardar en el lugar del "tesoro" si tienes la fortuna de encontrarlo. Y... ¡suerte y que te diviertas! ¡A geocachear!

martes, 2 de septiembre de 2008

The Fall Is Coming

The summer is almost over and the fall is coming… Según se va yendo el veranito, la oficina se llena. Y ¡vaya si se nota!. Hace un par de semanas, calma chicha. Ahora el teléfono arde, los emails se amontonan en la bandeja de entrada y las reuniones se suceden una tras otra, a veces hasta se solapan... Y todo es para ayer. Pero ¡claro!... ayer… ¡ay, ayer!, todos andábamos por esos mundos tostando la barriga al sol, tomando la cervecita en la playa, nadando en el mar o en el río, respirando en la montaña o en el pueblo de la sierra,… da igual, no había despertador ni relojes, ni jefes, ni empleados,…

Y parece que todo se acelera, menos los coches, que en breve andarán como el troncomóvil de Pedro Picapiedra (Fred Flintstone), atascados y estancados en las horas punta. Especialmente cuando los tiernos infantes vuelvan a eso tan duro de aprender. Que está fatal lo de que el cole empiece a la hora punta. ¿Nadie ha pensado en retrasarlo todo una hora?, ¿media al menos? Con las rutas y los papás de las criaturas fuera de circulación a primera hora, lo mismo se arreglaba algo el tema de los atascos. Digo yo. Pero es un decir, que lo sufro sólo como conductora pasiva en lo de llevar y recoger a los escolares., pero atascada al fin y al cabo Que nadie se lo tome a mal.

Lo bueno, al menos en este país, —o en mi ciudad—, es que el buen tiempo suele durar aún un poco, y eso se agradece. Pero en breve caerán las primeras gotas de lluvia, y ahí ya ni ruta, ni escuela, ni dominguero (que estos a veces se atreven a salir también a la hora punta, sin ser domingo, para terminar de fastidiarlo todo en un ¡más difícil todavía!), ni currante, ni repartidor… llegarán a tiempo a su destino. Se armará de nuevo el lío de los líos. Todos en el coche, mientras la lluvia cae. Algunos tranquilos y resignados. Otros desesperados, y desgañitándose a pleno pulmón y toque de cláxon. Otras, aprovechando lo del parón para pintarse el ojo. Que qué maestría tienen algunas, oye. Hasta en movimiento. Yo soy incapaz. A la mínima me saco el ojo si lo intento. Lo de pintarse los labios mirando de reojo el espejo, o incluso sin mirar, vale, es más sencillo, pero lo del eyeliner y el rimmel… ¡pfiuuuuuuu!, de nota.

Los cristales empañados y los limpiaparabrisas en acción, y dentro, todos vestidos de otoño-invierno. Que a mí ya me apetece eso de cambiar de atuendo. Sacar las botas, que me chiflan. Mis booootas… Y los jerseys, faldas, medias, abrigos,… y mi delicioso edredón. Eso de meterse en la cama en otoño o invierno es maravilloso. Taparse casi hasta por encima de las cejas. Escondida por completo, y arrebujadita. Se duerme casi de tirón. Sin tantas vueltas como doy yo en verano, bien por el calor, bien por los ruidos de la calle que entran sin pedir permiso por la ventana abierta. Pues me tengo que ir de compras, que ya he echado un vistazo al armario y me apetece renovar un poco. Y es que eso de ver un escaparate distinto a lo visto estos tres o cuatro últimos meses ya apetece. Sin bañadores ni tirantes ni chanclas. Es el reclamo perfecto.

Si saco un rato me escapo esta misma semana. Al menos para abrir boca...