domingo, 11 de marzo de 2012

Revenge (Part II)

…el inicio de la historia lo puedes leer aquí

Pensó mucho sobre ello. Era nueva en el tema, una auténtica pardilla, nunca antes se había vengado de nadie. ¿Cómo se empieza a ser mala, cómo se aprende? ¿Cómo encontrar algo que haga daño a la persona de la que te quieres vengar? ¿Sería capaz? Inicio sus pesquisas con cautela, recabando datos aislados aquí y allá y juntando las piezas. Lo que parecía algo inconexo, un puzzle que componer sin imagen como modelo, fue poco a poco tomando forma, y lo que vio le pareció triste y decadente. Este tipo no tenía vida, o más bien, tenía una vida de mierda, lo que tal vez le había hecho convertirse en ciudadano contra el mundo y hallar placer en ver a los demás pasarlo mal. Eso no le daba derecho, por supuesto, ni suponía atenuante alguno a los ojos de Nadia. Si no le gustaba su vida tendría que hacer por cambiarla, no destruir la de los demás. Había descubierto que no tenía amigos ni pareja con los que compartir momentos, y estaba a malos términos con la poca familia que le quedaba. Se pasaba los fines de semana encerrado en casa, tal vez maquinando nuevos planes para nuevas víctimas. “Este tío necesita una novia”, pensó Nadia, “alguien que lo mantenga distraído y alejado de sus maquinaciones, alguien que lo suavice”. El problema era encontrar a alguien. ¿Quién lo aguantaría hasta el punto de enamorarse de él?

Nadia is a poppy compared to Emily Thorne ;)

Pensó al principio en convencer a alguien para que lo conquistara, y cuando al cabo del tiempo lo tuviera comiendo de la mano y enamorado hasta las cejas, que lo abandonara y dejara solo de nuevo, en su oscuro y triste mundo. Pero descartó la idea pronto, pues no era el típico favor que pides a una amiga si realmente la quieres y llegó a la conclusión de que para lograr eso debería pagar a alguien, algo que no podía permitirse. Así pues, debía encontrarle pareja. Y es que el que es bueno, no aprende a ser malo con un par de lecciones. No, definitivamente no sabía ser mala. Y en el fondo, lo peor que se le había ocurrido, no le haría mal alguno, ¡todo lo contrario! Lo convertiría en mejor persona, le haría feliz, le quitaría tiempo que dedicar a su truculento hobby y todo ello revertiría en una mejora notable para sus compañeros. Cuando estás enamorado ves el mundo mejor, todo brilla más, eres más tolerante, entierras el hacha de guerra. Al menos ya tenía un plan, y aunque no parecía una empresa fácil, pondría manos a la obra ya. Debía conseguir que Carlos encontrara pareja. Tocaba estudiar escenarios posibles, y aunque el más evidente era la oficina, especialmente por ser donde más horas pasaba, no parecía lo más conveniente ni lo más sencillo. Tendría que pensar en algo externo, de modo que él estuviera más receptivo. ¿Y si organizaba una quedada? Si lo vendía bien e incluía a algún jefe, tal vez él se apuntara y si terminaban en algún garito tomando copas o bailando, ella podría ser su wingwoman sin que él lo sospechara y venderle como alguien encantador ante posibles candidatas. El ambiente festivo y el alcohol ayudarían un poco. Lo incierto era que aún consiguiendo que saliera del garito con alguien, el resto dependería de él. Pero tendría que confiarse al destino, no podía hacer otra cosa.

En la oficina, de momento, el día a día no le dejaba mucho tiempo libre para dedicarse a su particular empresa. Estaba justamente en una semana de mucho jaleo, con reuniones diarias y saliendo tardísimo. Aunque ya no estaban en el mismo departamento, seguía teniendo contacto con sus compañeros y se había enterado casualmente de una de las jugarretas que Carlos maquinó contra ella. El tema le pilló en un momento de furia por varios motivos y su carácter latino salió a la superficie cuando decidió escribirle aquel email en el que le decía que se había enterado de que él fue el principal instigador de su descalabro. Realmente no esperaba respuesta, pues sabía que él no dejaría nada que le inculpara por escrito, pero se quedó tan a gusto después de desahogarse y decirle claramente que sabía cómo era, que no le engañaba con sus falsas sonrisas y que si tenía un mínimo de decencia le explicara en persona los motivos de esa guerra contra ella. Respiró liberada después de aquel parto epistolar, y se dirigió a la sala que tenía reservada para su reunión. Tenía que presentar las nuevas directrices metodológicas a los distintos departamentos de la empresa, uno por uno, y en esa ocasión había convocado a Recursos Humanos y Formación. Iba a estar ella sola en la sala, cosa que prefería. Había distribuido la presentación y los asistentes se conectarían por teléfono. Era casi la hora, y abrió puntualmente la conferencia para que unos y otros se fueran conectando. La música que llenaba el silencio hasta que se iniciara la reunión la estaba aturdiendo, y bajó el volumen del todo mientras intentaba ordenar sus papeles y concentrarse en preparar la introducción.

Let's start a conference!
Tan volcada estaba en ello que no oyó la puerta ni vio a Carlos en jarras ante ella hasta que éste no abrió la boca.
 
—¿Tú de qué vas? ¿Me crees tan estúpido como para contestarte por correo? —le dijo—. No tengo ningún problema en decirte a la cara lo que pienso de ti, estúpida.

A partir de ese momento, mientras ella permanecía atónita y casi muda, interrumpiéndole tan solo para preguntar de vez en cuando, salió por boca de Carlos toda suerte de insultos, acompañados de explicaciones a algunas de sus jugadas. Le confesó su animadversión, el odio visceral que sentía por ella, cómo había tenido que ver con las muchas zancadillas que le había puesto a ella y a algún otro a los que había alcanzado también su inquina. El sonido del móvil de Nadia le detuvo por un instante. Ella, como saliendo de un mal sueño, se apresuró a responder.

—¿Sí?

—...

—Sí, sí, ya mismo —respondió.

Colgó al tiempo que se inclinaba ante el teléfono fijo que accidentalmente había girado mientras ordenaba sus notas. Subió el volumen y dijo con tono de disculpa:
 
—Perdonad, se me fue el santo al cielo.

Se oyó un poco de barullo al otro lado de la línea y la voz clara de la directora de Recursos Humanos dijo con firmeza:

—Carlos, haz el favor de venir a verme a mi despacho... Ahora mismo.

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Para mí, cuando es de ese tipo, es de las que dejan mejor sabor de boca, porque el "Universo" se encarga de poner las cosas en su sitio sin que tú hagas nada :)

      ¡Un abrazo, Juanan! :)

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  2. Qué final más acongojante...
    Muy bueno V, 5 puntos!

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    1. Jajaja! ¿Te "acongojó" mucho? Feliz como una perdiz de que te gustara, K :)
      ¡Un abrazo!

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  3. No me gusta que sea mala, espero que tenga un final feliz :))

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    1. Nadia intentó ser mala, maquinando una justa venganza, y lo que se le ocurrió era más algo bueno que otra cosa. El final que elegí, bueno, feliz feliz feliz para el tal Carlos lo mismo no es :)

      ¡Un abrazo!

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  4. La venganza es un plato que se sirve en frío jaja, me ha encantado!! aunque por un momento he pensado que los personajes se besaban apasionadamente, con eso de que los polos opuestos se atraen xDD

    unbeso!!!
    PD: voy a seguir leyendo tus últimas entradas, para ponerme al día :)

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    1. Weeeeh! ¡Me alegro! Pero no, no, en este caso lo de besar nada de nada, jajaja, que está inspirada en hechos reales y ¡uf!, como que no. Que corra el aire, jajaja :)

      ¡Un beso, preciosa!

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