Abro los ojos y ya es de día. Me estiro perezosa, tooooodo lo que mi cuerpo permite ser estirado, y resuelta a no desperdiciar la mañana, salgo de la cama. Aún adormilada, abro la ventana, sonriendo al comprobar que hace un día precioso y dejando que la luz inunde mi habitación. Al girarme, ahí la veo, olvidada en una esquinita. Me quedo parada y sorprendida, mirando como una boba la bolsa de los besos que guardaba para ti. Besos, sobre todo, pero también caricias, días perfectos, siestas veraniegas, noches de pasión... Es muy temprano para dejar viajar la mente soñadora en lo que podría haber sido, y además, ¡aún no he desayunado!, así que, mejor será que me encamine a la cocina. Y eso hago. Mecánicamente voy preparando mi desayuno, que disfruto pensativa y en silencio. Mi zumo de naranja, mis tostadas, mi café. Según doy cuenta de ello, mi mente divaga y vaga, transcurre por una dimensión alternativa durante un buen rato. Un gorrión que aterriza momentáneamente en mi terraza me trae a la realidad. Recojo la cocina y cuando salgo de ella sé lo que tengo que hacer. He decidido vaciar la bolsa.
Creo que es una sabia decisión. Dejaré en ella los besos de amistad, ¡esos sí!, y los abrazos, esos maravillosos abrazos. Pero he de deshacerme de los besos de amor, porque los besos de amor no dados se emponzoñan con el tiempo, se llenan de un veneno que no mata, pero que hace daño al alma y la vuelve turbia y rugosa. Abriré la bolsa y haré tres montones. Para el primero, me acercaré una mañana a a la cima de una montaña, al nacimiento de un río, o a un acantilado, y allí, dejaré que uno a uno, despacito, vayan saliendo, liberados. Para el segundo, voy a preparar la tierra en el jardín, para sembrarlos y darles cuidado con mimo y esmero, a ver si nace un árbol de hoja perennne y roja, con forma de corazón. Y el tercer montón de besos voy a guardarlo en una botella y salir a navegar en un velero, y cuando esté mar adentro, los lanzaré al agua, permitiendo que vayan a la deriva y recorran mares y océanos hasta llegar a alguien con hambre de besos.
...Looking for a recipient for ungiven kisses...
Creo que es una sabia decisión. Dejaré en ella los besos de amistad, ¡esos sí!, y los abrazos, esos maravillosos abrazos. Pero he de deshacerme de los besos de amor, porque los besos de amor no dados se emponzoñan con el tiempo, se llenan de un veneno que no mata, pero que hace daño al alma y la vuelve turbia y rugosa. Abriré la bolsa y haré tres montones. Para el primero, me acercaré una mañana a a la cima de una montaña, al nacimiento de un río, o a un acantilado, y allí, dejaré que uno a uno, despacito, vayan saliendo, liberados. Para el segundo, voy a preparar la tierra en el jardín, para sembrarlos y darles cuidado con mimo y esmero, a ver si nace un árbol de hoja perennne y roja, con forma de corazón. Y el tercer montón de besos voy a guardarlo en una botella y salir a navegar en un velero, y cuando esté mar adentro, los lanzaré al agua, permitiendo que vayan a la deriva y recorran mares y océanos hasta llegar a alguien con hambre de besos.
Kisses in a bottle (based on a picture by Kraftwerckk) |
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Muy bonito!
ResponderEliminarAsí que tres montones... eh :)
Que tengas un gran Viernes tesoro
Tres me pareció un buen número, jajaja :)
EliminarUn beso
Estaré pendiente por si la marea trae esa botella hasta mi playa. ;)
ResponderEliminarMil besos te mando yo desde aqui, preciosa Moona! ;**
Evita, no te precocupes que para ti tengo una bolsa llenita de ellos :***
EliminarTres es un número mágico!!
ResponderEliminarMuy bonito e inspirador relato...qué nadie se guarde los besos de amor...!!!
Un abrazo y un gran beso "estallao" en la mejilla
Jajaja! Tu beso me ha "estallao" divinamente, Tegala. Te mando yo un par de ellos con aire primaveral, que ya apetece, ¿no?
EliminarGracias, preciosa :*
Sacando tu lado más romántico como he podido comprobar jeje
ResponderEliminarun beso :)
¡No tengo cura, jajaja!
Eliminar¡Un beso, Mª Jesús! :)