miércoles, 1 de mayo de 2013

Nighthawks

Y llegó el día esperado. Hoy por fin conocería a Jack, con quien llevaba carteándose ya tres meses. Cuando Kate aceptó el trabajo y se mudó a New York, no sospechaba que le resultaría tan difícil conocer a alguien, por ello, se decidió a poner el anuncio en la sección de contactos del periódico. Fueron varios los que le escribieron, pero tras unas semanas de correspondencia con algunos de ellos, sólo Jack pasó el filtro. Semanalmente, Kate iba a la oficina de correos, donde había contratado un apartado postal para no desvelar su identidad, y leía feliz las líneas recibidas cuando llegaba a casa. Mil veces estuvo tentada de abrir la carta allí mismo, pero se resistía y esperaba a saborear el momento relajada, sentada en el alféizar de la ventana, mientras tomaba un té helado y dejaba vagar su mirada ilusionada sobre el río Hudson. Aunque él propuso un intercambio de fotos, ella era reacia, y prefería verle en persona. Para no prolongar más la incertidumbre, finalmente hoy se verían las caras.

En la oficina, en un estado de nerviosismo feliz, la mente de Kate retozaba en el azul del cielo saltando de nube en nube, sus ojos se mostraban soñadores y su boca exhibía la sonrisa de quien guarda un secreto. La jornada parecía interminable, pero tocó a su fin. Más tranquila en casa, intentó relajarse con el sonido del último disco que había comprado. La voz de Sinatra cantando Begin The Beguine impregnaba el ambiente. Se sentía romántica, danzaba de puntillas girando por el salón con un almohadón del sofá, que dejó caer camino del dormitorio. Debía empezar a arreglarse y preparó con esmero las prendas elegidas para el encuentro: el vestido de manga francesa y falda evaseé, sus zapatos negros de tacón, un bolso de mano y... violetas para el pelo. Ese fue el detalle elegido para que Jack la reconociera. Él, por su parte, llevaría una corbata violeta.
 
Kate se vistió, mientras su imaginación intentaba poner rostro a aquel a quien ya creía conocer a través de las cartas. Se recogió la melena pelirroja, colocando las violetas con gracia, se puso carmín en los labios, unas gotas de perfume en su largo cuello y en las muñecas, y se miró satisfecha. Salió de casa flotando y paró un taxi, indicándole el bar de Little Italy donde habían quedado, normalmente muy concurrido los viernes noche.
 
Ilusionada, llegó puntual al bullicioso bar. Lanzando miradas en busca del esperado color violeta, se dirigió hacia el fondo, y encontró un hueco junto a la barra. Desde ahí veía bien la entrada, y se sintió segura. No había ni rastro del que pudiera ser Jack. Pidió un refresco y esperó, desoyendo los piropos que algún joven le brindaba, deseoso de trabar conversación. Ella permanecía atenta a la puerta del bar, mientras las parejas entraban y salían riendo. Acabó el refresco, y pidió otro. Kate esperó y esperó, y ya harta, decidió marcharse y no ser la boba a la que habían dado plantón. Abriéndose paso, aturdida entre parejas demasiado sonrientes para su estado de ánimo, fue arrasada por un hombre que salía tras ella como una tromba. Cayó al suelo sin poder evitarlo y se torció el tobillo. Se levantó como pudo, buscando su bolso, que había escapado de su mano en la caída. Lo vio, lo agarró y salió furiosa de allí.
 
"¡Menuda idiota crédula!", pensó. ¡Se había hecho tantas ilusiones! Se alejó caminando, todo lo digna que pudo, pero varias manzanas después las lágrimas caían, imparables. Al abrir el bolso para sacar un pañuelo, descubrió que le faltaba la cartera. Debió de salir del bolso en la caída. Desechó la idea de volver al bar. Se había alejado bastante y, probablemente, ya no estaría allí. Abandonó la idea de tomar un taxi y se resignó a caminar hasta el Greenwich Village, su barrio. Tras recorrer varias cuadras el tobillo le ardía, y recordó vagamente haber visto un par de dólares en un bolsillito interior del bolso... Rebuscó, rebuscó... y ¡ahí estaban! Realmente necesitaba una pausa, e intuía que también algo más fuerte que un refresco. Entró resuelta en un diner que hacía esquina.
 

Nighthawks, Edward Hopper (1942)
Estaba casi vacío. Había una pareja al fondo medio discutiendo, un hombre cabizbajo en un lateral y un afable camarero. Pidió un bourbon y, enfadada, se quitó las violetas del pelo y se concentró en sus pensamientos.
 
Al poco rato, el hombre cabizbajo pidió la cuenta y sacó la cartera para pagar.
 
—¡Eh! ¡Esa es mi cartera! —dijo Kate al verla.
 
Él la ignoró, deslizando un billete al camarero.
 
—¿No me ha oído? —dijo yendo hacia él—. Compruebe la documentación, y las fotos. Es mía, ¡sin duda! —siguió Kate, creyendo de pronto visualizar una americana y un sombrero similares en su caída—. Usted, usted estaba allí..., usted…
 
—¡Amigo!, ya ha oído a la señorita —gritó el joven del fondo—. Devuélvasela si no quiere problemas.
 
—Ah, ¿sí? ¿Qué clase de problemas? —preguntó socarrón.
 
Por toda respuesta, el joven abrió la chaqueta un poco, dejando ver una placa de policía. El hombre cabizbajo, reconsiderando su postura, se levantó, dejó la cartera junto a Kate y salió del diner con cierta prisa, murmurando unas disculpas.
 
Kate la cogió, sin intentar comprender. No quería pensar. Viendo que no era su noche, pagó y se largó, caminando despacio y cojeando por culpa del tobillo, que para entonces ya estaba hinchado.
 
No bien había doblado la esquina, entró un joven al diner.
 
—Hombre… ¡Jack! ¿Qué tal? —saludó la mujer encendiendo un cigarrillo.
 
—¡Hola, chicos! ¡Vaya nochecita! —dijo acercando el whisky que ya le tendía el camarero—. ¡Llegué demasiado tarde!
 
Les contó lo ilusionado que había estado toda la semana porque por fin llegara el viernes. ¡Sentía que iba a conocer a su futura mujer!, pues tras meses de correspondencia con la maravillosa Kate, se sentía enamorado. Había salido con tiempo suficiente para la cita, incluso para ir caminando hasta el bar, pero, tal vez por llegar algo más relajado, decidió parar un taxi. Y ahí estaba él, tan abstraído imaginando cuáles serían sus primeras palabras en cuanto se vieran, que el sonido del claxon le hizo dar un respingo. Tardó en comprender que algo no iba bien. Estaban detenidos en un semáforo y el taxista había caído desmayado sobre el volante. Jack movió su brazo desde el asiento trasero, zarandeándolo un poco, pero al ver que no reaccionaba, salió del taxi con rapidez, e intentó reanimarlo. No sabía nada de primeros auxilios, pero pudo comprobar que respiraba y decidió que lo mejor era llevarlo a un hospital a toda prisa. Colocó al taxista con sumo cuidado en el asiento trasero, y condujo él mismo hacia el hospital más cercano lo más rápido que pudo. Llegó a urgencias e hizo los trámites con la agilidad que su mente —que escapaba a la imagen de una linda chica esperando a encontrarse con él— le permitió. Pero no podía dejarlo allí sin más, y esperó hasta saber que había sufrido un infarto, que estaba controlado y que se pondría bien.
 
—¡En fin! Tal vez sea cosa del destino y no deba conocerla —dijo finalizando su relato de los hechos con el gesto abatido—. Cuando finalmente llegué al bar, seguía abarrotado, pero por más que miré, no había ni rastro de la chica que debía llevar una violeta... ¡como ésa! —exclamó sorprendido al verla sobre la barra.
 
Quitándose unos a otros la palabra, le contaron atropelladamente que la llevaba en el pelo una joven pelirroja, que salió justo antes de entrar él.
 
—¡Corre, muchacho! ¡Es ella sin duda! —dijo el camarero, agarrándole del brazo—. No pierdas tiempo. Salió cojeando y no andará muy lejos.
 
Jack se levantó raudo y, recordando que no había pagado, se detuvo en la puerta un instante, al tiempo que el poli duro del fondo, cigarrillo en mano, decía con media sonrisa:
 
—¡Ve tras ella, idiota!, que ya pago yo. No puedo resistirme a una buena historia de amor cuando la tengo delante.
 


Nota: Post escrito para la Escena 8 propuesta por Literautas, que debía basarse en el famoso cuadro Nighthawks de Hopper. Intenté centrarme en Manhattan en los años 40, época en que se pintó el cuadro. Me quedé con ganas de ampliar un poco el que envié inicialmente y que titulé Violets, entre otras cosas para dejar ver algo más de Jack, como apuntó alguien en los comentarios que recibí. Y me gustó la idea que me dio mi compi Raúl con respecto a quién decía la última frase. Esta vez la participación aumentó, y os invito a leer el resto de las escenas escritas por el resto de participantes aquí.

12 comentarios:

  1. Hola Moona.
    Yo fui una de las personas que comentaron tu texto y me alegra saber que te sirvieron de algo, sobre todo si me han dado la oportunidad de leer tu relato más desarrollado, más completo. Recuerdo que me gustó pero eché en falta saber más de Jack. Estaba claro que 750 palabras no eran suficientes para esta historia. ;)

    Mi enhorabuena por el resultado final, un saludo.

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    1. Gracias por la visita, Patricia, y por los dobles comentarios, los del texto que envié y los de éste, en el que, sin duda, has intervenido :)

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  2. Si la primera lectura en la página de Literautas ya me ha cautivado, esta versión más desarrollada ha acabado de completarla y darle la profundidad que los personajes se merecían. Me alegro muchísimo de que la hayas escrito y de haber descubierto tu blog! Ten por seguro que seguiré curioseándolo ;)
    Pese a que me haya encantado esta versión, quiero destacar también la fuerza que tiene el final de la otra versión. Es directo y conciso, me transmite la prisa que tiene Jack por salir del local.
    Enhorabuena!! Seguiré atenta de lo que escribas ;)
    Un saludo!

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    1. ¡Muchas gracias por leer ambas, Patricia! Y también por tus palabras. Yo acabo de leer la que enviaste tú, disfrutando de tu uso del lenguaje y de lo bien que lo usas para describir. Un placer :)

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  3. Genial! A ver si puedo suscribirme a tu blog,... por cierto, soy lunaclara en literautas, Elena para los amigos ;-)

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    1. Elena (aka Lunaclara), yo ya añadí el tuyo a mi lista de lectura. Lo que he curioseado me ha hecho darle al click convencida.

      Un abrazo ;)

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  4. Alucinante!! No sabía esta faceta tuya!! Me ha encantado!! Pudo alcanzar Jack a Kate?

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    1. Jajaja! Ay, my Little girl, ¡qué linda eres y qué despistada! ¿Qué te enteras ahora de que tengo un blog? Te mato, pero poco :P Me alegro de que te gustara, y, claro que la alcanza, al menos en mi imaginación.

      Un beso :)

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  5. Aunque tus lectores nos quedemos con el suspense de si Jack alcanzó a la pobre y dolorida Kate...me gusta el final, me encanta que lo condujeras hasta ahí.
    Maravilloso relato.

    Un abrazo fuerte!!

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    1. Los finales inconclusos permiten que cada uno dé rienda suelta a su imaginación, y se deje llevar por el estado de ánimo del momento. Aunque aparezca el The End en forma de "deja tu comentario", la cabecita de cada uno avanza un poco más y visualiza su particular post-desenlace.

      Tegalita, te agradezco como siempre que una de mis isleñas favoritas asome a mis relatos y deje su huella a base de abrazos de un catálogo especial :***

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  6. Antes de nada perdoname por no haber comentado antes (soy lo peor) pero mas vale tarde....
    Me encanta la ambientacion que le has dado, Sinatra, la falda evaseé, sus zapatos negros de tacón... les he visto hasta el sombrero de ala ancha! Es realmente fantástica y muy muy bien realizada. He visto, con total nitidez, a esa Kate protagonizada por Audrey Hepburn ;)
    Siempre me asombra tu facilidad para escribir historias de amor (algo que a mi se me complica y mucho). Son realmente elegantes y no caes en los tópicos típicos (que tan poco me gustan). Realmente te hace desear que Jack la alcance...
    Un texto fantástico de una escritora increible. Muack

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    1. Huys, MHHeels, me has sacado los colores :) Pero tranquila, que es cierto que a todo el que tiene un blog le encanta recibir comentarios (yo suelo hacer la ola por toda la casa, brincando como una chiquilla), no es obligatorio, y mucho menos hacerlo en un período determinado. Los posts no caducan, y ahí quedan, aunque reconozco que es raro que alguien de pronto bucee un poco y lea un post de hace años, que tal vez no tuvo apenas lectores a pesar de estar majete. En fin, que me encanta saber que hay alguien que se asoma, y que me comunica lo que sintió, sea bueno o malo, pues todo aporta, y en tu caso, me has sacado una super sonrisa un lunes, y eso vale su peso en oro.

      Muchas gracias, linda :***

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