domingo, 23 de marzo de 2014

A Thief In Your Dreams

El caluroso día había dado paso a una noche fresca, de esas en las que, al dar media vuelta en la cama, recuperas la sábana con gusto y tu cuerpo se esconde bajo ella con alivio. Vivian dormía por fin, mientras la brisa que se creaba entre su ventana y la del salón refrescaba la atmósfera. Siempre había sentido cierta inquietud al irse a la cama en las noches de verano, un cierto temor a que las ventanas abiertas atrajeran a sigilosos ladrones que se sienten tentados de colarse en tu casa. Sus amigos se reían de su miedo pues, viviendo en un octavo piso de una torre de diez, ¿quién iba a poder entrar salvo Spiderman o algún otro superhéroe? Pero sus amigos no contaban con que el ingenio lo puede todo y que, logrando entrar al edificio y accediendo a la azotea, cualquiera sin vértigo y con un poco de habilidad, podría descolgarse por la pared y entrar por la primera terraza cuya ventana estuviera abierta. Y esa noche, el destino quiso que Eric eligiera la terraza de Vivian.

Ella soñaba plácidamente. Estaba junto al mar. Pasaba la noche al raso, durmiendo tumbada en una manta sobre la arena de la playa, escuchando el lenguaje de las olas y la suave respiración de Matt, —un chico de su oficina que le gustaba mucho pero a quien aún no había logrado acercarse como quisiera—, que yacía acostado junto a ella.

Con total sigilo, el intruso avanzó por el salón, deteniéndose a cada paso para asegurar que no había sido detectado. Enfocaba aquí y allá con una pequeña linterna, en busca de objetos que iba metiendo en su mochila. No iba en pos de nada grande, pues se descolgaría de nuevo por la terraza hacia la calle o la siguiente terraza, y no podía llevar nada pesado consigo.

La brisa del mar era fresca, y Vivian sintió un escalofrío, e inconscientemente, o tal vez no tanto, se pegó un poco a Matt, que medio dormido aceptó el acercamiento y pasó un brazo por su cintura, dejando descansar la mano junto a su vientre plano. Vivian notaba el calor de esa mano, tan cerca de su sexo y tan apetecible que se movió un poco hacia él para intentar que cobrara vida, que explorara su cuerpo.

Revisado el salón, el estudio y la cocina, ésta más por curiosidad que por esperar un gran hallazgo, Eric se dirigió a la habitación donde Vivian dormía. La claridad de la Luna le permitía ver su cuerpo delgado, semioculto por parte de la sábana que arrebujaba en torno a la cintura, pero que dejaba expuestas sus largas piernas y su maravillosa espalda. Al contemplarla sintió una erección involuntaria y se acercó despacio a la cama.

Los cimbreos de Vivian bajo la manta habían logrado sacar del sueño a Matt, que empezó a acariciarla, mientras ella simulaba estar dormida, dejándose hacer. Él levantó con suavidad su camiseta y empezó a recorrer su espalda a besos, bajando hacia su cintura, mientras hábilmente le bajaba las braguitas y comenzaba a acariciar su sexo húmedo.


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Sleeping Woman by Paula Justus

Vivian, excitada, jadeaba suavemente y se removía en la cama. Eric dudó un instante, pero como atraído por una fuerza desconocida, se descalzó, dejó sus cosas en el suelo y se recostó en la cama junto a Vivian. Olía maravillosamente bien. Se acercó con suavidad a aspirar su perfume. Su boca rozaba sutilmente la piel de su espalda y comenzó a besarla tímidamente, temiendo escuchar un grito en cualquier instante. Pero no hubo tal, y alentado por los gemidos de Vivian, Eric retiró con suavidad la sábana y descubrió con agrado que dormía desnuda. Se desnudó él también y se deslizó hacia abajo sin dejar de besar su piel, volteando con delicadeza su cuerpo hacia arriba y entreabriendo sus piernas, que lo recibieron sin reservas.

Matt seguía explorando y hacía morir de placer a Vivian, juntos ya sus cuerpos, moviéndose al compás de las olas que lamían la orilla y huían de nuevo al mar. Ella no quería abrir los ojos, quería absorber todo con el resto de sus sentidos, quería grabarlo a fuego en cada terminación nerviosa de su ser.

Eric, con la luz de la Luna sobre su torso, se erguía ante la desconocida que yacía abandonada al placer mientras soñaba, con la melena rojiza diseminada por la almohada. Vivian gemía con cada embestida, abrazándole con las piernas en torno a su cintura, curvando la espalda como una gata en el momento del orgasmo. Él cayó sobre ella, jadeando, y aguardó a recuperar la respiración. Tenía miedo de moverse y romper el momento. Besó su cuello con suavidad y, lentamente, se separó de ella. Bajó de la cama y se vistió en silencio, sin saber muy bien qué le había hecho comportarse así, ponerse en riesgo de esa manera.

Recogió sus cosas, renuente a abandonar la habitación, y según salía escuchó su voz murmurar:

—Creo que... me gusta esto de dejar las ventanas abiertas...

Y Eric supo en ese instante, que la próxima vez entraría por la puerta.
 

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho ese doble dormir, soñar y sentir, con sexo incluido, contado con una delicadeza exquisita. Eres una artista :-D

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    1. Muchas gracias, Sonia. Me alegro mucho de que te gustara :)

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  2. Me gusta tu forma de contar la historia, llevarnos desde el sueño a la realidad independientemente de que si no fuera ficción la reacción de Vivian hubiera sido otra, me dejo llevar por la historia, que para éso se escriben, para dejarnos llevar por otros mundos y situaciones. Has contado maravillosamente bien la escena sexual, de forma elegante y delicada.
    Un abrazo con brisa de una madrugada de verano.

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    1. ¡Qué bien me viene ahora ese abrazo! Y encima con brisa para alejar estos calores de la noche madrileña. Me alegro mucho de que te gustara, linda :***

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