Confesad. ¿Cuántos de vosotros habéis pedido a los Reyes o a Papá Noel una pareja? Me da que más de uno. Pero tal como lo veo, ¡pide un bolso o una cartera!, por ejemplo, que les va a resultar mucho más fácil de conseguir.
Y es que... ¡Qué difícil es eso de encontrar al que, en tu interior, intuyes que sería tu pareja perfecta!
Jaime, ¡tan cariñoso y dulce!, pero demasiado servil; Laura, inteligente y divertida, pero una amante pésima; Pablo, de naturaleza vital, pero lleno de miedos y negatividad...
Cualquiera de esos ejemplos es válido. No es que una relación falle por una pega concreta, es una suma de muchos "peros", tuyos y del otro, que desgastan poco a poco y al final llevan la relación al traste. A lo largo del camino vas aprendiendo a apreciar algunas cualidades en el otro que consideras, si no básicas, sí importantes, con las que dibujas en tu corazón un prototipo. Puede que no seas consciente, pero ahí está, hecho de los pedacitos que te vas llevando contigo de cada una de tus parejas, con los que vas formando un puzzle. Claramente no eres la misma persona a los 18 que a los 30 ni a los 50. Vas evolucionando, y van cambiando las cualidades a las que das más peso, el molde que perfilas se ve modificado. Y se guarde esa información en el corazón o el cerebro, ¡qué fácil sería si te pudieran hacer un análisis y captar la esencia de lo que buscas! Si fuera posible extraerla, ¡imagina una gran base de datos mundial de esencias en la que buscar tu pareja! Un potente software que, con tu esencia codificada como dato de entrada, pudiera dar con aquellas que son afines a la tuya, tal como vemos en las pelis la búsqueda de personas a partir de una huella dactilar, una cadena de ADN, una voz o un rostro. Un sistema que fuera fácil y sencillo, cuestión de unos minutos: lanzar el proceso de búsqueda y ¡tachán!, ver como resultado varios positive matchs. ¿Dónde? ¡Quién sabe! Aquí y allá. Tal vez en New York, San Petersburgo, Kenia, Lanzarote, Tailandia... ¡Uffff! Ver puntitos latiendo en la pantalla que indican que ahí existe una persona muy afín a ti. ¡Qué emoción! ¿Qué haces? ¿Preparar las maletas y escapar al aeropuerto? Hum... tal vez no sea tan sencillo, lo mismo te entra el miedo, y hasta te pasa por la mente que tal vez no resulte, pues piensas, y con razón, que ya en el pasado te has enamorado varias veces y no usaste ningún cachivache predictor, ni sabías a priori nada de las posibles compatibilidades con el sujeto. Te lanzabas a la piscina sin más, y siempre era un juego maravilloso, una aventura emocionante ir descubriendo al otro, y fuera por la Química, la Física o todas las ciencias juntas, terminabas colada, enamorada hasta la médula, presa en unas redes de las que no querías salir.
Speech recognition and fingerprint |
Si existiera esa máquina de probables emparejamientos, el dirigirte a un destino concreto a conocer a alguien que encaje contigo según unos estudios, se me antoja como ir al encuentro de aquél que otros han elegido para ti al igual que en los matrimonios concertados, como abrir una lata de amor en conserva o una caja de pastillas prescritas para tomar 3 veces al día después de las comidas, como hacer el amor en un ambiente de laboratorio rodeada de cables y maquinitas midiéndolo todo.
Es ciencia ficción claro, pero decididamente me parece más divertido el proceso estándar de conocer a alguien sin necesidad de análisis previos, aunque no ocurra cuando te apetece sino cuando menos te lo esperas, lo cual es parte del encanto. Aun así, no sé yo qué haría si el puntito que parpadea en la pantalla estuviera muy cerca, tal vez en mi ciudad. ¿Podría resistir y no lanzarme al encuentro? Difícil asunto. Pero vamos, que mejor que no inventen esto por si acaso, que malo es que salgan pocos resultados y encima en la otra punta del globo, pero ¿y si no saliera ninguno? Al menos ahora, por muy bicho raro que seas, siempre tienes la esperanza de que en alguna parte del mundo debe haber alguien hecho para ti, aunque de momento no tengas ni idea. ¡Nah!, definitivamente creo que es mucho mejor que la ciencia dedique su tiempo a otras cosas. Y en cuanto a la carta a los Reyes Magos, lo del bolso está bien pero... ¿qué tal una petición especial de mejoras en el transporte? ¿Puedo pedir el teleport? ¡Ains!... eso sí que me vendría de perlas ;)
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PD: Como este es el último post del año, aprovecho a hacer un brindis virtual por la vida y desearos a todos un ¡Feliz 2012!