Creo que en las fechas en que estamos bien puedo hacer balance de mi primera experiencia en lo que a trabajar y vivir en el extranjero se refiere. Llevo prácticamente todo el año en Boston, ciudad que, decididamente, me encanta; pequeña, muy "caminable", luminosa, limpia, llena de gente amable. Adoro el puerto, el Charles river, el Faneuil Hall lleno de vida con sus tiendas, restaurantes y el Quincy Market, la zona de Washington St cerca del Macy's, el Common park, las calles de Newbury, Boylston, Charles, Tremont, Beacon...
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Faneuil Hall |
En ese tiempo he podido escapar muy poco a España: al Madrid de mis amores, a Coma-ruga en verano para disfrutar de una corta semana de vacaciones con mi familia, a Barcelona para reencontrarme con amigos especiales... He recorrido un poco Massachusetts, lo que el tiempo libre me ha ido permitiendo, y escapé a New York cuando Jogi vino a verme. En Boston he visto la primavera, el verano, el otoño y aunque me ha dado tiempo a intuir el frío, escapé a tiempo a Chile hace unos días y de momento me he librado de las nevadas y las bajísimas temperaturas. He "vivido" todo el año en el hotel, y mi búsqueda de apartamento comenzó, se vio frustrada, y ha recomenzado de nuevo, aún sin frutos, con lo que claramente a mi vuelta seguiré en el empeño.
Este es mi primer proyecto internacional. Sin exagerar lo más mínimo puedo decir que ha sido un año duro de trabajo, en el que las largas jornadas laborales han sido la tónica, especialmente en agosto, con alguna semana record de más de 85 horas de trabajo que, sinceramente, espero no repetir. Demasiadas horas, sí, pero sin que me ciegue el optimismo, no he de hacer esfuerzos para que lo que venga a mi mente sean recuerdos inolvidables, entrañables, divertidos y especiales. Aún recuerdo aquel fin de semana maratoniano en que Raquel y yo recorríamos los desiertos pasillos de la oficina a las 4 de la mañana, cantando a voz en grito, o cuando al ritmo de la música nos marcábamos bailes con las sillas ante la mirada atónita de Barry, quien debía pensar "estos españoles están locos". Había que mantenerse despierto mientras los procesos se ejecutaban y esperábamos, pacientes, a que en México nos hicieran caso con las peticiones que íbamos encadenando. Cada ¡ahorita, ahorita! nos desesperaba, pero sólo recuerdo risas y buen rollo. Igual que en las semanas previas en que Fernando decía las palabras mágicas de "hoy, lo mismo, salimos pronto" y terminábamos saliendo a las mil, cenando frente al hotel a las 11:00 porque ya no había muchos más sitios donde pudiéramos hacerlo. Luis, el colombiano, repite incansable que en este proyecto le parece estar inmerso cada día en una peli de Almodóvar. Pero, volviendo a alejar el zoom de esas semanas y mirando en conjunto todo el período, aparece en escena toda la familia: mi familia bostoniana, compuesta por todos los compañeros (amigos, en realidad) a los que he ido conociendo día tras día, dentro y fuera de la oficina. Cuando estás en un proyecto fuera de casa pasas muchas horas con el resto de la gente, no tienes una vida a la que regresar cuando dejas la oficina, y sales a cenar, a tomar una cerveza, a dar un paseo, a ir de compras..., con tus compañeros, lo cual hace que pasemos muchas horas juntos, semana tras semana, especialmente cuando estábamos la mayoría en el hotel, en el que prácticamente ahora sólo quedo yo. Se produce un efecto "Gran Hermano", todo se vive más intensamente y se magnifica, y los lazos que se crean son fuertes. A medida que unos y otros nos mudemos a apartamentos y nos integremos individualmente en nuestra rutina diaria, se ampliará el grupo con integrantes autóctonos, pero de momento somos básicamente la gran familia española. Les quiero. Nos tenemos unos a otros para mimarnos y animarnos en momentos de bajón, para dar un abrazo al que lo necesita, para comernos a besos, para celebrar lo que se tercie, para compartir nuestros ratos de ocio... para vivir, en definitiva. Añoro en muchos momentos a mi familia y amigos, me encantaría poder chasquear los dedos y materializarme junto a ellos o traerlos junto a mí sin más que desearlo, pero no han inventado aún lo del teleport (científicos del mundo, ¿para cuándo?). Es entonces cuando más agradezco tener también aquí una familia a la que adoro.
Vamos que, in summary, el resultado del balance es positivo 100%, y sin dudarlo estoy dispuesta a repetir en el 2011. Ahora me toca descansar, disfrutar de mis merecidas y largas vacaciones con mi familia, desentumecer los músculos, vaciar la mente, reunir energías y embotellarlas, para ir liberándolas a medida que me hagan falta, y poder estar, a mi regreso a Boston, llena de vitalidad y con las pilas bien cargadas. Go for the New Year 2011!!! ;D