martes, 22 de mayo de 2012

Four Cities

Nos conocimos a través de las redes sociales, o sería más exacto decir que tropezamos uno con el otro por casualidad. Charlamos aquel primer día, y un día más, y otro, y nos hicimos asiduos. Todo tenía un aire de virtualidad que resultaba mágico y en cierto modo, cómodo, pues cada uno vivía su vida, pero reservaba un espacio en su día a día para trasladarse a ese otro universo paralelo. Desdoblamiento de cuerpos, alegrías, problemas, preocupaciones, entusiasmos, miedos, vivencias... Todo existía por duplicado, dos mundos que acaso se tocaban solo en un punto, nosotros, pero que eran disjuntos por lo demás. Fruto de ese día a día fue se creando un vínculo. Esa semilla inicial que plantamos, creció y creció bien alimentada, y regada día a día terminó por brotar de la tierra y dar paso a una pequeña planta que se elevaba, tímida y curiosa, hacia la luz.

No sé si fueron tus palabras, por carta, email y chat, no sé si influyó la situación emocional y vital en la que me encontraba, o acaso fuera un poco de todo, ya ¡qué más da!, pero me enamoré del personaje, como le ocurrió a Roxane con Cyrano de Bergerac. Construí en mi mente una realidad virtual en la que todo era perfecto, tú eras perfecto.

Estabas en mi cabeza constantemente, al levantarme, antes de acostarme, en cada momento en que despertaba por la noche, en innumerables ocasiones durante el día... Eras mi tabla de salvación, el oasis al que huir para escapar de una rutina que no me gustaba, ponías el arco iris a mis horas y una maravillosa música a mis pensamientos. Al poco tiempo ambos ansiábamos tener un encuentro, vernos en 3D, tocarnos, olernos, rasgar esa cortina virtual. Parecía el paso siguiente, y el lógico miedo a la decepción se asomaba de tanto en tanto antes del momento crucial. Temor a no gustarte, temor a que no me gustaras, temor a que el sueño se rompiera en mil pedazos y perder ese refugio tan confortable. Y también brotaban los nervios, por la emoción de la aventura y el sabor de lo desconocido. Todo se junta y se entremezcla en ocasiones así, y las sensaciones que recorren tu cuerpo se magnifican. Estómago, corazón, entrepierna y cerebro, cada uno de ellos mostrando sus cartas en un póker incierto.
Llegó por fin el día en que nos encontramos, los dos solos. Se evaporaron los nervios y solo quedamos tú y yo, frente a frente, y todo fue mágico. Lanzamos los dados y fuimos afortunados, porque conseguimos disfrutar de más encuentros, y arrugamos con nuestra pasión las sábanas de varios hoteles, paseamos nuestro amor, bajo el sol y bajo la lluvia, por las calles de cuatro ciudades europeas, nos besamos ante el mundo en montes, playas y jardines, e hicimos varias locuras de enamorados.

Tras largos meses de inmersión de cada uno en su día a día, de lejanía, de ausencia de escapadas, nuestro amor fue perdiendo frescura y color, se desdibujaba lentamente, se fue diluyendo en una normalidad gris y se degradó, viciado con los problemas diarios, acentuados por la separación, y seguramente también por la realidad de conocernos mejor, de saber de verdad cómo era el otro y descubrir en él cosas que no nos gustaban. Había una fractura que se ensanchaba sin remedio, se había perdido la magia del no conocer e imaginar, ¡ahora sabíamos! Y un buen día, a una hora inusitada del amanecer, nuestro amor se había colado por el desagüe, ya no existía, o al menos no de la misma forma en que lo hizo cuando nos puso alas para cruzar mares, acantilados, desiertos y tempestades, o cualquier escollo que se interpusiera en nuestros encuentros.

Lo que compartimos fue mucho, y eso siempre quedará ahí. Ahora, aún somos amigos, pero en realidad también somos dos extraños, que poco a poco han perdido la frescura de la charla diaria y del saber qué pasa por la mente del otro con solo una mirada, escuchar un saludo o leer un email. Como diría un francés... C'est la vie!

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Una más, y mira que me gustan a mí los finales felices, pero no siempre es posible.

      Gracias por la visita, Kike. ¡¡¡Besos!!!

      Eliminar
  2. Esa melancolía de lo que fue y ya no es...
    Esa estrella fugaz que guardar en nuestro cofre de tesoros.
    Achuchon fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, ¡el cofre de tesoros! Pero yo creo que si algo no es, mejor no echar mucho la vista atrás más que para recordar lo bueno, no para lamentarse de lo que no llegó a ser. Cada vez más relaciones de hoy en día surgen en la red, en eso no son como antes, y tal vez cambia el aproximamiento inicial, pero después, son como cualquier relación. Si no la cuidas, alimentas, riegas, revuelves, haces cosquillas, y lo que sea para que esté viva, se irá marchitando y un día, cuando levantes la vista, verás ante ti a alguien que no conoces.

      ¡¡¡Achuchón, preciosa!!! :*

      Eliminar
  3. Precioso, Moona!! Y al final, la vida, con todos sus matices y resultados, esperados e inesperados...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de que te gustara. Lo tenía en borrador cuando leí el otro día tu post (http://escobasybrujas.blogspot.com/2012/05/bajo-el-signo-de-admiracion.html) y me lo recordó. Son diferentes, pero ambos parten de un encuentro virtual. Después, como le decía a Bruma, la relación es como cualquiera que se haya iniciado en persona. Espero ansiosa el desenlace de tu post.

      Un beso :)

      Eliminar