El sudor bañaba su frente por el gran esfuerzo. Resbalaba por su cara y se mezclaba con sus lágrimas. El nudo que tenía en la garganta le atenazaba y le impedía hablar. Temía que al hacerlo ella se le escapara. Empezaba a ser consciente de que no podría resistir mucho más tiempo. Sus manos agarraban como podían las de ella, pero se iban escurriendo lentamente, y no sabía cómo evitarlo.
Ella le miraba, sin miedo, con sus brillantes ojos verdes fijos en los de él, grabando ese rostro en su mente, mostrándole la misma sonrisa mágica y serena que le cautivó aquel día en que se conocieron.
Él veía borroso, sentía la mirada turbia por las lágrimas y los hombros a punto de salirse de su sitio. Los dedos seguían resbalando poco a poco. Ella le miró con todo el amor que sentía por él y, sin dejar de sonreír, le dijo:
—Te amaré siempre.
Sin poder hacer nada por evitarlo, sus manos se soltaron finalmente. Ella cayó, y de la garganta de él salió por fin un grito desgarrador que partió el cielo en dos y ahuyentó a las gaviotas:
—¡Noooooooooo!
Hace años de ello pero él recuerda aún esas imágenes borrosas, grabadas a fuego en su mente, proyectadas a cámara lenta en el lienzo de los recuerdos. El rostro de ella, sus ojos, su sonrisa, sus palabras, aquella caída directa hacia el fondo del acantilado, que rompió en mil pedazos dos corazones al chocar contra las rocas y los mezcló con la espuma de las olas juguetonas, ajenas por completo al final de un amor.
Sí, ha pasado tiempo y ha tenido más relaciones, ha oído algún "te quiero" y algún "te amo", pero sabe que, aquélla, fue la declaración de amor más sincera que tendrá en toda su vida.
Ella le miraba, sin miedo, con sus brillantes ojos verdes fijos en los de él, grabando ese rostro en su mente, mostrándole la misma sonrisa mágica y serena que le cautivó aquel día en que se conocieron.
Él veía borroso, sentía la mirada turbia por las lágrimas y los hombros a punto de salirse de su sitio. Los dedos seguían resbalando poco a poco. Ella le miró con todo el amor que sentía por él y, sin dejar de sonreír, le dijo:
—Te amaré siempre.
Perilous Sea Cliffs in Hawaii, taken by Peter Tsai |
Sin poder hacer nada por evitarlo, sus manos se soltaron finalmente. Ella cayó, y de la garganta de él salió por fin un grito desgarrador que partió el cielo en dos y ahuyentó a las gaviotas:
—¡Noooooooooo!
Hace años de ello pero él recuerda aún esas imágenes borrosas, grabadas a fuego en su mente, proyectadas a cámara lenta en el lienzo de los recuerdos. El rostro de ella, sus ojos, su sonrisa, sus palabras, aquella caída directa hacia el fondo del acantilado, que rompió en mil pedazos dos corazones al chocar contra las rocas y los mezcló con la espuma de las olas juguetonas, ajenas por completo al final de un amor.
Sí, ha pasado tiempo y ha tenido más relaciones, ha oído algún "te quiero" y algún "te amo", pero sabe que, aquélla, fue la declaración de amor más sincera que tendrá en toda su vida.
Muy bonito tesoro
ResponderEliminarLo bueno, si breve, dos veces bueno :)
Me alegro de que te haya gustado, corazón. Lo de que me salgan cortos, lo tengo seimpre muy difícil, la verdad, porque me crecen las palabras, ¡jajaja!
Eliminar¡Un beso!
Sobrecogedor pero muy bonito. Aunque en la tónica habitual, ;-)
ResponderEliminar¡Un beso!
¡Gracias, preciosa! :)
Eliminar¡Un beso!
¿Cuántos corazones se nos escapan de las manos? ¿Cuántas declaraciones guardamos en nuestras retinas?....Es una preciosidad, sin duda....como tú. ;**
ResponderEliminarTodos dejan su huella, diferente del resto.
Eliminar¡Gracias por tu comentario, princesa!
¡Besos! :)
Ufff, muy bueno Moona, me ha dejado con las angustia puesta pero impactada con la belleza del relato. Me gusta, gracias por escribir tan bello.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Mil gracias por tus palabras, corazón!
Eliminar¡Besos! :)