Despertó sin saber dónde se
hallaba. Se estiró largamente, dejando que sus músculos se liberaran del
agarrotamiento producido tras llevar mucho tiempo en una postura incómoda.
Abrió bien sus grandes ojos, captando el leve haz de luz que parecía aumentar
de intensidad poco a poco. Había estado sumida en las tinieblas, ajena a la
vida que seguía imparable a su alrededor. Quería dejar atrás esa ceguera de los
sentidos. Necesitaba y ansiaba ver, oler, oír, sentir, paladear la vida, aunque
le hiciera daño, aunque se encontrara con visiones horrendas, olores nauseabundos, palabras
horrísonas, tactos ásperos, sabores acres y desagradables. Vivir era eso
también, sin duda. Era necesario lo ácido para poder distinguir y valorar lo dulce, era necesario conocer el dolor para que la felicidad fuera plena. Había vivido anestesiada, pero estar
oculta y protegida de todo lo oscuro no le había hecho feliz como pensaba, tan
solo le había ahorrado algún mal rato o mal sabor de boca, pero en
contraposición, se había perdido imágenes bellísimas, aromas deliciosos, melodías
divinas, caricias apasionadas, sabores de otras bocas.
Resuelta, aún entumecida, se levantó del sillón y abrió las ventanas, dejando que la luz entrara a raudales. Descalza como estaba salió al jardín, donde la maleza había cubierto todo. Necesitaría quitar las malas hierbas, podar, rastrillar, ensuciarse las manos de nuevo removiendo la tierra, pincharse con rosas y ortigas, aspirar polvo y trabajar duramente, pero no volvería a dejar abandonado su destino.
Muchacha en la ventana - Dalí (1925) |
Resuelta, aún entumecida, se levantó del sillón y abrió las ventanas, dejando que la luz entrara a raudales. Descalza como estaba salió al jardín, donde la maleza había cubierto todo. Necesitaría quitar las malas hierbas, podar, rastrillar, ensuciarse las manos de nuevo removiendo la tierra, pincharse con rosas y ortigas, aspirar polvo y trabajar duramente, pero no volvería a dejar abandonado su destino.
Nuestro destino, nuestra vida, necesita que la encaremos con esas ganas, con ese entusiasmo, sabiendo que todo no será bueno pero que tampoco todo será malo. Como bien dices en tu historia, sin sabor ácido no sabríamos paladear lo dulce.
ResponderEliminarMuy bueno Moona, como siempre artista!!
Un abrazo
A veces nos replegamos ante las adversidades, escondemos la cabeza para no ver lo feo, nos envolvemos con un escudo protector, y todo ello para no sufrir, pero nos perdemos muchas maravillas que, de otro modo, nos pasarían inadvertidas, y precisamente por comparación, nos parecen deliciosas cuando las vivimos.
EliminarUn beso, linda Tegala :)
Me ha dejado un nosequé que queseyó.. FELICIDADES!!! ;)
Eliminar¡Hola, FlasH SplasH!
EliminarEncantada de verte por aquí. Gracias por la felicitación, pero confieso que tu noséqué-quéséyo me ha hecho quedarme en ese mismo estado a mí, porque no entiendo si te dejó mal o bien. Ahora me preocupo... xD