lunes, 17 de diciembre de 2012

Treacherous Dreams

Está muy excitada. Pensar en Rick un compañero del trabajo al que secretamente adora le provoca a menudo esa sensación. Se deja llevar, lánguidamente, y al poco no puede evitar retorcerse de placer, anticipando el momento del clímax, saboreándolo. Lleva sus manos al pecho, lo pellizca, gime. Necesita sentir contacto de otro cuerpo en su boca y se lleva una mano hasta sus labios. Lame sus dedos, los besa, los mordisquea, cada vez más excitada.

Baja la otra mano desde el pecho hacia las bragas, para apartarlas con habilidad y despojarse de ellas, dejando que se pierdan bajo las sábanas, pero descubre gustosa que no lleva. Mejor, piensa. Menos obstáculos. Sus manos alcanzan su sexo y juegan, hábiles. Está ardiendo de placer, completamente húmeda. Sus dedos exploran, y cada punto produce más placer que el anterior. Le sobra la ropa de cama y la aparta hacia atrás de un plumazo. Su cuerpo, su piel, quedan expuestos, pero no siente frío. Está ardiendo de gusto y disfrutando de pequeños orgasmos que la inundan, previos a la explosión final. Y sintiendo que llega ese momento, gime, grita de placer, arqueando su cuerpo para recibirlo por completo. Siente el palpitar extendiéndose a cada fibra de su ser. Queda exhausta y feliz, completamente relajada, y abre los ojos...

Devoted to her pleasure

Kate parpadea dos veces, porque no entiende lo que ve. ¡Ahí está Rick!, y... más gente. Está confusa, traga saliva y siente como el ardor que un momento antes recorría su cuerpo se posiciona por completo en sus mejillas, que le queman de vergüenza. Alarga una mano para estirar de la sábana y cubrir su desnudez. No hay palabras que decir. Solo quiere cubrirse la cabeza y desaparecer, hacerse diminuta, mientras varios pares de ojos, divertidos, completamente abiertos e impactados aún por lo que han presenciado, son testigos de su azoramiento, y asoman desde el otro lado de la cortinilla verde del box.

—Señorita Emmerson, no se alarme —dice el doctor, sin poder evitar una sonrisa, mientras se acerca a la camilla en la que Kate, muerta de vergüenza, intenta hacerse invisible con el poder de su mente—. Soy el Dr. Schunt. ¿Cómo se encuentra? Ha sufrido una caída en la oficina y ha recibido un fuerte golpe en la cabeza, que le ha hecho perder el conocimiento. Sus compañeros la han traído hace un par de horas —dice señalando a las cabezas que asoman—.  Enfermera, por favor, vaya a comprobar si ya están los resultados de la analítica mientras exploro a la paciente. Y, —añade girándose al resto—, por favor, ustedes dispérsense, que el espectáculo ha terminado y esto es un hospital. ¡Vamos, vamos!

6 comentarios:

  1. ¡Me encanta! ¡Qué corte, jajaja! Sensual y bien escrito, como siempre, y con final inesperado. ¿Cómo haces para inventar estas cosas? ;D

    Un abrazo,

    Guillermo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Guillermo, gracias por asomarte y comentar. Mis invenciones no son gran cosa, jajaja, pero la mayoría se me ocurren cuando no las busco.

      Un abrazo :)

      Eliminar
  2. ¡Fantástico y sensual relato! Muy bien descrito y con sorpresa final para dejarnos con esa sensación de vergüenza de la protagonista y una sonrisa pensando en los espectadores...
    Muy bueno, Moona... eres una artista!!

    Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La artista eres tú, sin duda. Así da gusto. Me gusta escribir, pero saber que alguien lo lee, saber su opinión y que sea un "me gusta", da sentido a todo. Muchas gracias, linda.

      Un abrazo sentido :)

      Eliminar
  3. ¡Qué joya de blog! A veces Google te sorprende gratamente con sus resultados de búsqueda. Ya tienes un fan más :P

    Dani

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me sale eso de weeeeeeeehhh! tras leer tu comentario. ¡Muchas gracias, Dani, y bienvenido! :)

      Eliminar