Entro en el cuarto y, sin que lo notes, te observo. Vas y vienes, te acercas o te alejas, completamente a tu antojo, como si se tratara de un acto caprichoso a merced de la dirección del viento, como si no fuera contigo y tus movimientos fueran fruto de la casualidad. Miras con ojos prometedores y mágicos, que incumplen una vez más tus promesas. Juegas como un niño que no quiere hacer daño, con el alma volcada en el juego, con chispitas de emoción en la mirada, hasta que te aburres porque otro juguete apareció en tu campo de visión y llamó tu atención de niño mimado y caprichoso, y te acercas a él, curioso. Y al final, cada pobre juguete que queda en una esquina de la habitación, debajo del sofá o tal vez en el cesto con alguna pieza rota, te observa con carita de gato Schrek y sufre muy quedamente.
Absorta en ti, mi mente divaga y pienso que, al caer la noche, en ese instante en que la magia pulula por el mundo dando vida a objetos inanimados, el juguete se acercará y te hablará, te contará su pena, y tú reaccionarás como si fuera algo inesperado, que parecerá pillarte desprevenido pues tu cara será de sorpresa, abriendo mucho tus ojos de chocolate y llenándolos de inocencia. Y al cabo de unos segundos, tal vez una mariposa entrará en tu campo de visión y ya no recordarás qué hacías y te irás feliz a por algún otro juguete. Pero en el fondo de tu alma está la verdad y la conocerás algún día, aunque no te guste enfrentarte a ella. Eres egoísta y quieres jugar con todos los juguetes, pero no quieres que te molesten ni los remordimientos ni la culpa al ver las mellas que quedan en ellos después, cuando te cansas y los dejas. Intentarás jugar entre algodones, pero no funcionará, porque sabrás que en el juego del amor no existe red y siempre sale alguien herido.
Muevo la cabeza, para desechar el derrotero que han tomado mis pensamientos. ¡Me queda tanto por enseñarte! Pareces notar mi presencia de pronto, y me dedicas una sonrisa perfecta, que dibuja otra en mi cara cuando te hablo:
—Dani, mi cielo, ven con mamá —te digo, cogiéndote en brazos mientras balbuceas gugú tatas inconexos—. Es la hora del baño.
Absorta en ti, mi mente divaga y pienso que, al caer la noche, en ese instante en que la magia pulula por el mundo dando vida a objetos inanimados, el juguete se acercará y te hablará, te contará su pena, y tú reaccionarás como si fuera algo inesperado, que parecerá pillarte desprevenido pues tu cara será de sorpresa, abriendo mucho tus ojos de chocolate y llenándolos de inocencia. Y al cabo de unos segundos, tal vez una mariposa entrará en tu campo de visión y ya no recordarás qué hacías y te irás feliz a por algún otro juguete. Pero en el fondo de tu alma está la verdad y la conocerás algún día, aunque no te guste enfrentarte a ella. Eres egoísta y quieres jugar con todos los juguetes, pero no quieres que te molesten ni los remordimientos ni la culpa al ver las mellas que quedan en ellos después, cuando te cansas y los dejas. Intentarás jugar entre algodones, pero no funcionará, porque sabrás que en el juego del amor no existe red y siempre sale alguien herido.
Happy toys |
—Dani, mi cielo, ven con mamá —te digo, cogiéndote en brazos mientras balbuceas gugú tatas inconexos—. Es la hora del baño.
Me encantan tus historias. ¡Lo cuentas tan natural todo! Y tus finales molan :)
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por tus palabras, Mónica :)
EliminarUn abrazo
Quien no ha observado alguna vez la mirada de un niño, preguntándose qué pasara por su cabeza... conceptos abstractos, tal vez puros, quizás tan solo nada...
ResponderEliminarBonito relato :)
Se me fue un poco la pinza buscando similitudes entre el modo errático en que juega un niño, pasando de un juguete a otro y viviendo el momento sin culpa, y los adultos, pasando de un amor a otro como si las personas fueran juguetes, pero no sé si se entendió.
EliminarMe alegro de que te gustara :)
Así viven algunos adultos el amor...con los juguetes es más fácil. Muy buena la historia, siempre llegas, enlazas nuestras manos y nos llevas a tu mundo...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte!!
Tegala, un placer leer tus comentarios, que siempre invitan a la reflexión.
EliminarUn beso :)
En las manos de esos niños está mejorar la especie, ojalá pueden ser niños sin dejar de aprender lo que hará de ellos adultos felices.
ResponderEliminarGracias Moona por la reflexión y por la historia!
Abrazos de niña grande
Gracias a ti por pasar por mi rinconcito y dejarme tu huella, Shubhaa. Y sí, está en sus manos, pero también en las nuestras como padres, tíos, abuelos, educadores, etc. Yo, desde mi puesto de tía, intentaré aportar mi granito de arena :)
EliminarUn abrazo, chiquitina grande
Me gustan mucho tus historias, ya lo sabes, voy a seguir leyendo que me tengo que poner al día, además no sé cómo lo haces, que me meto de lleno en la historia desde la primera palabra, en serio, ¿no has pensado ser escritora? jajaja
ResponderEliminarun beso :)
Me doy por satisfecha con que haya alguien que las disfrute :)
EliminarUn beso