Ramón cierra la puerta de su casa y baja en ascensor hasta el garaje. Se dirige al gimnasio, como cada mañana antes de ir a la oficina. Pone en marcha el coche y sale a la calle. Ya es casi verano, pero a esas horas el aire acondicionado no es necesario, y disfruta del frescor de la mañana con las ventanas abiertas durante el corto trayecto. Aparca muy cerca del gimnasio y camina con paso ágil hasta la entrada. Solo cuando está ante la puerta descubre que está cerrado. ¿Cerrado? Le choca y por un momento se para a pensar, pero no, no es festivo y tampoco hay aviso en la puerta explicando el motivo del cierre. Aplasta la nariz contra el cristal e intenta atisbar y descubrir si hay alguien dentro. No se ve ninguna luz. ¡Qué extraño! De hecho, ahora que lo piensa, no es lo único extraño. Se da cuenta de pronto, de que no ha visto a nadie en todo el trayecto, no se ha cruzado con un solo peatón, ni con ningún coche. Haciendo memoria le parece incluso recordar que vio cerrado el kiosco de periódicos, el bar de Luis donde a veces desayuna, la panadería,... Un escalofrío le recorre por todo el cuerpo e inquieto, entra en el coche. Pone la radio. Nada. No consigue sintonizar ninguna emisora. Aunque es aún temprano llama por teléfono a sus padres. Nadie responde. Repite la operación con su mejor amiga, llama a su trabajo, al 010, al 112... Ninguna respuesta. Se pasa las manos por el cabello, nervioso. Duda de su móvil y comprueba que funciona lanzando una llamada a su otro móvil que, en efecto, suena. Vuelve a casa, necesita encontrar a alguien y acceder a su portátil para sondear Internet. Cuando llega ve que el conserje no está en su garita, llama a las puertas de sus vecinos y nadie abre... Entra a las páginas de los principales periódicos o agencias de información y aunque hay Internet, no encuentra ninguna noticia procedente de ninguna parte del mundo desde hace ocho horas, ni actividad en Twitter, Facebook y demás redes sociales. Las televisiones y radios permanen mudas. Un sudor frío empieza a recorrer su cuerpo. Decide ir a casa de sus padres, que viven a un par de manzanas. Ya allí, abre la puerta con pánico, temiendo lo peor, pero la casa está vacía. Todo está como hace un par de días cuando comió con ellos, con la excepción de sus padres, de los que no hay ningún rastro. No hay notas, ni mensajes en el contestador, ni cartas en el buzón. Nada. No hay nadie, está solo en la ciudad, tal vez en el mundo, piensa. La ciudad está en completo silencio. Él es el único productor de sonidos.
Se siente aterrorizado e impotente. ¿De verdad está solo en el mundo? ¿Dónde está el resto de la gente? ¿Estará muerto tal vez? No cree estar soñando, y se pellizca por si ello le ayuda a salir de este sinsentido. Tiene la ciudad a su merced, el mundo a sus pies, pero está solo. Vienen a su mente escenas de películas con trama similar, y eso, lejos de tranquilizarle, le asusta más si cabe. Se toca la perilla, nervioso, meditando acerca de cómo averiguar si hay alguien más ahí fuera. ¿Cómo saberlo? ¿No hay un foro de usuarios para estos casos? Empieza a rayarse y prueba de ello es que por su cabeza no pasan más que ideas peregrinas y absurdas. Baja de nuevo al coche y sale a recorrer las calles. La ciudad es el mudo testigo de su agitación. La sensación de recorrer el Paseo de la Castellana vacío y poder ignorar las luces rojas de los semáforos, lejos de motivarle, le está poniendo más nervioso. Le viene a la mente lo que dice siempre su amiga Lara: "cuando te sientas agobiado, párate, adopta la postura de meditación, túmbate o simplemente siéntate tranquilo en algún sitio, cierra los ojos y vacía tu mente de todo pensamiento, concéntrate tan solo en respirar, visualiza el aire que llena tus pulmones y expélelo lentamente". Piensa que, realmente, no tiene nada mejor que hacer, está bloqueado y tal vez le venga bien serenarse un poco para pensar con claridad en su situación.
Ommmmm!... |
Continuará...
A ver cómo lo acabas ;)
ResponderEliminar¿Encontrará su aguja?
Seguro que si...
Un abrazo enorme
¡Jajaja! Ya tiene final, pero era muy largo para un post y decidí partirlo. No publico nunca una primera parte sin saber si seré capaz de desarrollarla del todo :)
Eliminar¡Un beso!
Magnífico Moona!! Recordando historias similares, con el agobio inicial que de pronto has conseguido relajar haciendo que también escuche el ruido del agua...
ResponderEliminarEspero la continuación.
Un abrazo.
Todo nació de un sueño que tuve y que medio recordaba al día siguiente, pero no al completo, lo que me tuvo varios días atascada sin saber qué hacer con mi protagonista más solo que la una en el mundo. Afortunadamente me vino al menos una idea válida y en breve publicaré el resto :)
EliminarGracias por la visita, preciosa. ¡Un beso!
Seguire esperando que en medio de este pajar de locos que es el mundo, alguien por fin encuentre su aguja...
ResponderEliminarYo espero que así sea :)
Eliminar¡Gracias por la visita, Bixito!
Quiero ya la segunda, así que ponte las pilas, mona.
ResponderEliminar¡Jajaja! La segunda parte ya está escrita, querid@ Anónimo, a falta de buscarle alguna foto adecuada. Esta semana cae, seguro :)
Eliminar¡Un abrazo!