Aquel día, —hoy lo sé—, abriste una puerta nueva para mí. Charlábamos apaciblemente, reíamos las ocurrencias que tenían nuestras mentes, estábamos conectados por las palabras. Algo cambió, sutilmente, y las palabras dibujaron imágenes vívidas, esparcieron olores, ofrecieron sabores a paladear, implicaron susurros y jadeos, unieron dos cuerpos lejanos. Entré de tu mano a un mundo desconocido, en el que, debo confesar ahora, sentía un poco de miedo. Me hallaba un tanto desubicada en él. Me sentía un poco tonta por no saber, me sentía observada y me incomodaba no haber estado antes en esa situación. Poco a poco, vencí mis temores iniciales guardándolos en un bote de galletas y amarré mis tabúes a un poste, para que no pudieran liberarse. Tan solo me dejé llevar. Primero, tus palabras me guiaban, dibujaban la escena, con tanta delicadeza y naturalidad que era fácil entrar en el juego. Luego fue tu voz, que me puso en un dulce trance.
—Estamos bailando. Lo sabes, ¿verdad? —dijiste en cierto momento.
Sí. Era un baile. Nuestro baile. Cerré los ojos. Todo tuvo sentido y dejé que tu voz me guiara por un laberinto de pasiones.
—Estamos bailando. Lo sabes, ¿verdad? —dijiste en cierto momento.
Sí. Era un baile. Nuestro baile. Cerré los ojos. Todo tuvo sentido y dejé que tu voz me guiara por un laberinto de pasiones.
Baile sensual...bailar como amar es cuestión de pasión.
ResponderEliminarUn abrazo de galleta untada en dulce de leche
Es pasión y es sentir, dejarse llevar sin que el pensamiento dirija, solo la piel...
EliminarMe encantan tus abrazos, linda isleña :*