—Me has decepcionado.
Tres palabras que cayeron a plomo. Y tras esa lapidaria frase, todo cambió. El cielo, azul, dejó de ser etéreo, se fagocitó al increíble Sol que lucía esa mañana y se tornó gris marengo, vomitando, tras su digestión, infinitas estrellas que en su correr veloz y alocado atravesaron la Luna y la rompieron en mil pedazos. Todo quedó negro y cayó sobre mí, clavándose como cristales y robándome el aire. Mi mundo se hizo más pequeño, y yo con él. Quedé reducida a una criatura diminuta, indigna de tu comprensión, a un ser que no merecía la suficiente empatía como para que te pusieras en mi piel y, con tu sabiduría, entendieras mi necesidad de amor, mi sensibilidad. No fue así, y fui arrojada a la charca de los desterrados.
Tres palabras que cayeron a plomo. Y tras esa lapidaria frase, todo cambió. El cielo, azul, dejó de ser etéreo, se fagocitó al increíble Sol que lucía esa mañana y se tornó gris marengo, vomitando, tras su digestión, infinitas estrellas que en su correr veloz y alocado atravesaron la Luna y la rompieron en mil pedazos. Todo quedó negro y cayó sobre mí, clavándose como cristales y robándome el aire. Mi mundo se hizo más pequeño, y yo con él. Quedé reducida a una criatura diminuta, indigna de tu comprensión, a un ser que no merecía la suficiente empatía como para que te pusieras en mi piel y, con tu sabiduría, entendieras mi necesidad de amor, mi sensibilidad. No fue así, y fui arrojada a la charca de los desterrados.
Pero no me dejé vencer. Lamí mis heridas como un cachorro y encontré mi Sol y mi Luna. Mi sensibilidad, cuando es preciso, se convierte en huracán, y me ayudó a levantarme. Pude aclarar mi mente, intuir malentendidos y comprender que, en el fondo, quien me había decepcionado con su actitud, habías sido tú, y que la culpa no había sido sino mía, tan solo por esperar demasiado de ti.
No iba a dejar que una frase dicha a destiempo, y tal vez elegida sin considerar todo su calado, se colara por mis rendijas y se alimentara cada día haciendo más grande la brecha. No. Sin dudarlo, hice las paces contigo e hice las paces conmigo misma. Aprendí de todo ello, y hoy, camino sin rencores, un poco más sabia.
No iba a dejar que una frase dicha a destiempo, y tal vez elegida sin considerar todo su calado, se colara por mis rendijas y se alimentara cada día haciendo más grande la brecha. No. Sin dudarlo, hice las paces contigo e hice las paces conmigo misma. Aprendí de todo ello, y hoy, camino sin rencores, un poco más sabia.
Así es...a veces la decepción que provocamos no es otra cosa que un montón de expectativas nsda realistas.
ResponderEliminarUn abrazo de martes que para mi se viste de lunes
Lo malo es cuando las expectativas eran más o menos realistas y la realidad queda muy lejos. El batacazo es gordo, seguro. De todas formas, a mí siempre me ha parecido una frase muy fuerte, aplastante, y prefiero tenerla lejos :)
EliminarUn abrazo tuyo siempre convierte el día en fiesta :*