lunes, 7 de julio de 2014

Nada

Tendidos boca abajo, uno junto al otro, dejan que el sol de la tarde caldee sus cuerpos. Escuchan el ronroneo del mar de fondo y sienten la brisa acariciando su piel.
 
Kevin, con los ojos entrecerrados, la mira, pensando en su interior que no la cambiaría por ninguna otra, a pesar de que sus pechos no tengan la firmeza de antes, de que su vientre no sea tan plano y de que sus ojos se llenen de arruguitas cuando le dedica una de sus preciosas sonrisas. El tiempo también ha pasado para él, no tiene la misma mata de pelo que hace años y se dice a sí mismo muchas veces que ha de hacer más deporte, pero hoy por hoy, su barriga lo precede al doblar cada esquina. La sigue mirando y sabe que el día a día con ella no depara grandes sorpresas, pero nunca es aburrido y está siempre regado de buena onda y de color. Al principio de su relación, y a petición de él, ambos acordaron permitir que ocasionalmente existieran relaciones sexuales externas a la pareja. Y así ha sido para Kevin, que a veces tiene aventuras con otras mujeres, un calentón aquí, un polvo allá, pero son mujeres por las que no pierde el sueño,  no conoce ni sus gustos, ni sus ilusiones, ni sus problemas, no piensa en ellas cuando le apetece compartir algo o cuando pasea por el bulevar intentando encontrar un detalle que llevar a su chica. Carla es su ser humano favorito, su compañera, quien le conforta y entiende. Cada día la ama más, aunque de tanto en tanto existan esas aventuras a las que él no da ninguna importancia, pero a las que no quiere renunciar.
 
 
Carla le mira, ocultando el rostro con la melena y su brazo, tal vez para esconder las imágenes que revive en su mente. Son de hace dos noches, cuando se escabulló entre los brazos de Adam pretextando reuniones a última hora. Es tan dulce con ella que se ha hecho adicta, la hace sentirse aventurera, una heroína moderna, deseada, en definitiva, algo que con Kevin parece haberse diluido en el tiempo. Está planteándose dejarle por Adam. No es por sus infidelidades, pues accedió a abrir la puerta a ellas al inicio de la relación, convencida de que no tendría tanta importancia que él compartiera un rato con otra de vez en cuando, del mismo modo que el resto de actividades que ambos realizan con terceros. La puerta, además, también ha estado abierta para Carla, claro, pero ella es de naturaleza distinta a la de Kevin y está segura de que él ya contaba con eso. Ella no es de irse con desconocidos a la primera de cambio, no le surge el deseo por otro en plena  calle por muy atractivo que sea, caso en que lo mirará admirativamente, eso seguro, pero no saltará alarma alguna. Para tener sexo con alguien Carla necesita cierta confianza y complicidad, adquirida a medida que va conociendo a la persona, sea en el trabajo, el gimnasio, el parque, ¿qué más da? Tuvo dos aventuras. La primera fue un experimento para ella misma, pues necesitaba saber si era capaz, y asaltó a besos a un desconocido camino del baño un día que tomaba algo en un garito con unas amigas. Los besos subieron la temperatura y ella lo arrastró al baño de chicas, de donde salió tras diez minutos, con la sensación de "misión cumplida" y subidón de adrenalina, pero con la certeza de que eso no era para ella y de que el disfrute alcanzado tampoco fue la bomba. La segunda aventura fue con un proveedor a quien veía con frecuencia, pero no quedó en un encontronazo puntual y se extendió más en el tiempo, siendo casi una relación paralela a la suya. Se terminó al cabo de año y medio por aumento de rutina y falta de interés. Ya llevaba tiempo sin nada hasta que surgió Adam, su tercera aventura en todos estos años. No fue planeado y, como en la ocasión anterior, surgió del roce. Carla no es celosa, nunca lo fue, de haberlo sido no podría haber accedido a este plan de relación abierta propuesto por Kevin, pero, con el paso del tiempo, comprobó que las cosas habían cambiado, ya no tenía la atención de Kevin y una mujer necesita sentirse querida y deseada, especialmente a medida que pasa el tiempo y su cuerpo va perdiendo forma y firmeza. Saber que tu pareja besa cuellos tersos, mordisquea pezones erectos de pechos turgentes y agarra cinturas sin michelines, no tendría importancia para Carla si luego él llegara a su cuerpo con la misma avidez, si la cubriera de mimos y la atrajera hacia su pecho en un abrazo. Pero ya no es así, ella siente que Kevin perdió el deseo de hacer el amor con ella o que las ocasiones son más escasas de lo que a ella le gustaría, y ello le hace sentirse fea, vieja y nada atractiva. Por primera vez se pregunta: "¿por qué ya no me desea? ¿está enamorado de otra?". Todo ello la ha empujado más hacia Adam. Cuando está con él es feliz, se siente poderosa, vital, una diosa, el centro de atención, y es justamente lo que necesita en este momento de su vida.
 
—¿En qué piensas? —pregunta Kevin.
 
—En nada. ¿Y tú?
 
—En nada.