Encuentro casual en el Macy's. Es un técnico de mantenimiento, joven, de 27 años, natural de Jamaica, dulce, negro, alto, guapo, fibroso... con una sonrisa deliciosa. Me reconoce de haberme visto pulular por el hotel cientos de veces, y me saluda usando mi apellido con el Miss por delante. Descubre, porque se lo cuento, que es mi último fin de semana en Boston después de llevar más de un año viviendo aquí, y, cariacontecido y apenado, muestra su fastidio e impotencia, porque le caigo bien y le transmito buen rollo, dice. Le digo que nunca se sabe, que la "foto" de hoy es que me voy, pero la vida da mil vueltas y lo mismo en unos meses han cambiado las tornas y me hallo aquí de nuevo. Él no trabaja hasta el lunes, y como yo no me voy hasta el jueves, es probable que le vea y pueda despedirme, pero por si no se da la ocasión, le deseo un buen fin de semana y le doy dos besos. "I'm breathless", dice, y en su negra piel puedo ver el sonrojo y el agradecimiento por el gesto. No voy a contar la conversación que tuvimos después, mientras me acompañó a comprar un perfume y parte del trayecto hacia el hotel, pero me hizo sentir deseable y sus palabras me hicieron llegar al hotel en una nube...
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